El algodón, como eslabón inicial de la cadena productiva-industrial, es para nuestro Chaco el cultivo que sustentó el desarrollo fundacional de muchas regiones. A lo largo de la historia, factores de mercado y climáticos han atravesado la producción y redefinido su posicionamiento dentro del esquema productivo provincial.
La planificación es un elemento determinante para la integración de la cadena de valor dentro de las fronteras provinciales. Significa, nada menos, que desarrollar aquí desde la materia prima hasta cada eslabón de agregado de valor y finalizar en la confección de moda. Un desafío es que cada etapa logre competitividad y rentabilidad aquí en el Chaco para luego posicionar cada producto en el país y en el mundo.
El Chaco ha dado pasos importantes en la integración de esa cadena de valor, pero son necesarias más y mejores políticas para el sostenimiento de la producción primaria.
La larga lucha por incrementar los recursos que le corresponden a la provincia por el Fondo Algodonero Nacional debe mantenerse hasta lograr esa mejora necesaria en beneficio de los pequeños productores. No olvidamos que, durante la anterior gestión nacional, hubo sucesivos recortes a esos fondos, perjudicando a esos segmentos productivos más pequeños que vieron reducida la ayuda del Estado.
El convenio firmado por el gobierno provincial y el INTA Chaco-Formosa es una herramienta más de las políticas públicas que bien define, con conocimiento y visión de futuro, el gobernador Jorge Capitanich para potenciar la producción algodonera, garantizando las mejores prácticas en el manejo y uso de suelos, y el sostenimiento de los pequeños productores que deben tener acceso a una mayor oferta de variedades y de tecnología aplicada al cultivo.
Por eso, celebramos este nuevo acuerdo para el trabajo conjunto entre el gobierno y el organismo nacional en beneficio del desarrollo algodonero y de la aplicación de la mejor tecnología en los suelos chaqueños.